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La violencia nunca es el camino y es repudiable desde cualquier sector que provenga

Que la Legislatura sea epicentro de protestas de la más diversa índole no resulta novedad hoy en día, ya que todos los movimientos reivindicatorios terminan confluyendo en el país y en el mundo en este tipo de edificios, que representan la base sobre la cual se asientan los sistemas democráticos, y queremos que siga siendo así.

Pero cuando se pasa de la protesta a la violencia, resulta imperioso denunciar, repudiar y, en definitiva, no dejar que el silencio sea cómplice de quienes se amparan en el número para realizar actos de vandalismo.

Fue lo que ocurrió ayer lunes por la tarde, cuando una protesta llegó hasta esta Legislatura y de allí una mano anónima arrojó objetos contundentes, uno de los cuales impactó rompiendo un vidrio.

La piedra, que ingresó en una de las oficinas del Senado, sólo provocó daños materiales y no golpeó a ningún trabajador, pero la acción, más allá de pasar al anecdotario, debe llamarnos a la reflexión y al repudio, para que este tipo de situaciones no vuelvan a sucederse, porque los derechos de unos terminan donde comienzan los derechos de otros.